De Podemos lo sabemos ya casi todo. Lo que piensan y lo que hacen. En el spot para su reciente mitin en Zaragoza, con Montero, Belarra e Iglesias de cuerpo presente, hacen gala de sectarismo, normalizan el odio hacia los que no piensan como ellos –lo inoculan en una mitad de la sociedad contra la otra mitad-- y señalan por su nombre a periodistas y políticos que “mienten”. Lo han hecho también con jueces y empresarios. Los hechos son nítidos también: sectarismo, errores en leyes que han puesto en la calle a violadores y han rebajado las penas de muchos más, leyes que dejan en manos de adolescentes asuntos para los que no tienen la madurez necesaria, otras que son un salto al vacío y, siempre, una soberbia infantil que impide cualquier diálogo incluso con los que vienen de la misma rama ideológica: el comunismo populista.
Iglesias pide unidad “incluso cuando te insultan, te menosprecian, cuando todos los cañones mediáticos del poder construyen un relato ofensivo”. Quien todavía manda en Podemos, aunque no esté en su cúpula de poder, se refiere a Díaz y al PSOE, con los que Podemos comparte gobierno y decisiones, “a pesar de los insultos, los ninguneos y los desprecios”. Forman parte de esa izquierda, la de Sánchez y “la izquierda a la izquierda de la izquierda” que, según uno de sus mejores y más cultos intérpretes, siempre anda dividida y “en fin, le da pereza alcanzar el poder, siempre encuentra excusas para rehuirlo” (sic). Por eso Podemos no se va del Gobierno ni aunque le “traicionen”, le ninguneen o le echen agua hirviendo, que tampoco es el caso. Si acaso, tibia.
Podemos es pura ideología. De Yolanda es difícil saberlo porque se mueve en la ambigüedad y la superficialidad. Dialogante sí, pero sólo con los que coinciden con ella. Abierta a no se sabe qué, equidistante en el conflicto de Ucrania, aunque eso es mucho más que lo que defiende Podemos, favorable a no molestar a Putin. Pero el actual conflicto entre ellos no es cuestión de ideología, ni de búsqueda del bien común, el bien de todos. Lo que caracteriza a esta izquierda que ahora se disputa el mando en la nueva coalición es pura y simplemente la lucha por el poder.
Yo andaba preocupado con la ideología de Sumar. ¿Qué es Sumar, además de Díaz? ¿Qué suscita tanto fervor en Colau, Errejón, Mónica García, Pisarello, Aséns, Joan Ribó y otros y tanto temor en Podemos? Me lo ha aclarado un lbrillante artículo del propio Errejón en un medio de gran tirada y mayor influencia en toda la izquierda. Confieso que tengo debilidad por los buenos políticos (que son de izquierdas, claro, porque en la derecha no puede haber buenos políticos) y lo he leído con avidez. Errejón dice que para el nuevo ciclo que viene “lo fundamental, lo único decisivo es el debate sobre qué tipo de herramienta y qué tipo de intervención política se pueden hacer cargo de la España de 2023, de la actual composición cultural e ideológica de nuestra sociedad para articular una mayoría por el ensanchamiento y la profundización democrática”. Para ello hay que “tomarse en serio producir una gramática política nueva, sin la cual no hay comunidad política sino mero cálculo defensivo” y que todo ello abra “una espiral por la que tras cada paso sea más sencillo el paso siguiente, en un sentido de democratización del Estado y la economía y de construcción de fuerza, autoestima y confianza de los subalternos en sí mismos, hasta dejar de serlo”. Ahora sí lo entiendo. ¡Pablo, vuelve al redil! Con eso en el programa de Sumar, Yolanda barre y Pablo desaparece. No hay como llevar el peso universitario a la política. La literatura es ficción, pero a veces la política lo supera todo. Impagable.