Curiosidades coruñesas: de tasas injustificadas a protestas de los habitantes

Imagen de la muralla y el embarcadero de O Parrote

Continúa la serie de Curiosidades Coruñesas, que con esta ya suma doce entregas y recoge algunos de los episodios más llamativos del ayuntamiento herculino.


Acuerdos del Concejo

El 20 de junio de 1713 se realizó un encuentro en el Ayuntamiento para tratar las cosas al servicio de su majestad y el aumento de la República. Se vio el informe de José Lorenzo de Castro, en vista de las ordenanzas hechas por el mayordomo y cofrades de la cofradía de San Juan y San Payo, y la ciudad acordó que se pusiese copia de dicho informe al presente acuerdo para que los mayordomos de dicha cofradía cumplan con la obligación que contiene el documento y con la calidad estipulada.


También se vieron las ordenanzas de la cofradía de la virgen del Portal, con informe de José Lorenzo de Castro y se vio el voto que dio Plácido Sotelo Embrita sobre la libranza que se mandó despachar para las colonias de las indias y será, indican, para la procesión del Corpus.


Por último, se acordó “otorgar poder a Francisco de Lope y Menchaca para el pleito que sigue esta ciudad con el marqués de Mos, sobre los 500 doblones que pretende cobrar de este reino por la asistencia como procurador a las cortes, cuando jamás lo estuvo”, puede leerse en algunos documentos oficiales de la época.


Quejas vecinales

El día 15 de enero de 1715 se da lectura en el Concejo a una carta que se lleva a Santiago de Compostela por mandato de la ciudad para entregar al conde de Medina, por los excesos que pretendían cometer los oficiales y soldados de la compañía de caballos que se hallaban alojados en esta ciudad.


En el encuentro se acordó que, “participado que los soldados de caballería que (han) ido escoltando los presos a cargo del capitán Andrés Fernando Pinateli, se les han asignado cuatro casas para los caballos y mandado asistir con cinco luces diarias en cada una y además, de dos en dos, en las de los vecinos, con la calidad de asistirles además de la cama, con luz y asegurasen la comida.


“A los oficiales el alojamiento a cubierto que su majestad manda, y por las reales instrucciones se previene se ponga únicamente de aposento y cama conforme al carácter de cada uno. Se queja la ciudad de que los oficiales y soldados, no contentos con este alojamiento, pretenden que los patronos les asistan con aceite, vinagre, sal y especies y algunos que les den de comer, siendo esto contra la voluntad del rey”, rezan los archivos sobre los conflictos de los vecinos con los militares que debían acoger en sus domicilios, a causa de sus peticiones especiales.


Los escritos continúan: “Respecto y considero no valdrían esos militares sin el socorro que no trajeran orden para mí afín de que les mandase asistir. No excuso valiéndome de lo que el rey previene en las citadas reales instrucciones, de que tiene copia Bernardino Antonio Freire, hacer presente se sirva abstener a unos y a otros para que no hagan extorsión a ningún patrón y se arreglen a lo que la ciudad les señala. Al soldado se le da una arroba de paja, a los oficiales el doble, en cuya virtud espero no permita que los naturales experimenten la menor vejación para que la ciudad sea obligaba a enviarme testimonios que prevengo, de lo que indebidamente se hiciere exigir, por lo que de venir a mis manos, no podré menos de dar cuenta, para que de los sueldos de los oficiales se descuente y restituya al pueblo, pues aún en las marchas se ejecuta lo mismo”.


Carta del rey

El teniente corregidor puso en noticia de la ciudad haber recibido una carta del Real Consejo de su majestad, de modo que se habían de alojar las tropas que estuvieran de guarnición en este reino, así como las que transitaran por él.


Las quejas vecinales a la situación mantenida por los militares de forma obligada por real provisión de alojarlos a sus expensas en las casas particulares señaladas dio lugar a una lucha constante entre los vecinos de La Coruña y su concejo, y se mantendría esta situación hasta que se levantaron los primeros cuarteles en la ciudad para albergar a militares y soldados.


A pesar de ello, después habría de continuar la misma lucha por el aumento de los efectivos y la escasez de alojamientos, por lo que estos militares continuaron siendo hospedados en las casas de los ciudadanos, dado que así lo mandaban las disposiciones del rey en aquel momento.


Cabeza, llave y antemural

El primer escrito en que se tiene noticia de nombrar a La Coruña como “Cabeza, llave y antemural” procede del Obispado de Santiago, en un documento fechado de enero de 1717.


“Institución y forma de la vista política que, por acto facultativo de mera urbanidad, la Muy Noble y siempre Leal y Real ciudad de la Coruña, cabeza de provincia, voz y voto en Cortes, de su magnífica plaza de Armas; Capital, Llave y Antemural de este Reino de Galicia, suele hacer por medio de dos de sus caballeros regidores al Ilustrísimo Arzobispo de Santiago, cuando vienen nuevamente habiendo precedido el que haya participado a la ciudad, haberse conferido el arzobispado y de ponerse en marcha para la ciudad de Santiago”, puede leerse en los archivos históricos.

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