En un principio cada quince de marzo eran días de buenos augurios. Y se cambió la historia cuando un quince de marzo asesinaron a Julio César. También un quince de marzo conoció el paso de la república romana a convertirse en el Imperio romano Así que ya lo saben: hay idus buenos y otros malos. Estos días marzo nos trajo, amén de sus idus, a un aumento obsceno en el precio de la luz. Dicen que cinco millones de familias no pueden encender la calefacción o tienen que echar mano de las velas pues no les llegan sus ingresos para aguantar ese subidón que, por cierto, en el otro lado supone aumentar en millones los ingresos de muchas empresas.
Aquí tenemos el efecto, la cola, de la guerra en Ucrania que destapa la otra parte de una contienda: los abusos. Físicos o económicos. Se disparan los precios al tiempo que los disparos confirman la guerra. Malos tiempos.
Y nos enfrentamos a la misma pregunta que hizo el indio Gerónimo al presidente de EEUU cuando les empujaba a las reservas para dejar los mejores terrenos al hombre blanco: ¿De quién es el agua? ¿Quién es el dueño del viento?
Los idus de este mes de marzo nos traen otros vientos y llevan de un lado para otro al candidato Feijóo que se estrena, ante el estupor general, a pactar con la ultra derecha. Lo malo de esta excursión que por ahí adelante, fuera de sus fieles, le han enfrentado con sus idus y no son como recordarles. Y en víspera de las fallas en Valencia acabó un poco chamuscado.
Malos vientos para la Monarquía: según el periodista Josep Ramoneda la Zarzuela ha recibido varios avisos (parece un símil con las corridas de toros) pues por mucho que nos quieran adornar el asunto, todo lo relacionado con el Emérito es verdad: desde las comisiones hasta los dineros en paraísos fiscales. Y queda impune por esas cosas que pasan por aquí: por un lado el tiempo todo lo borra ¿?, y por otro aquí las cabezas coronadas son inviolables. Juan Carlos ya tiene planes para visitarnos en verano y busca tripulación para iniciar la temporada de regatas. Por ahí le piden que, en un descanso de tanta actividad, que se explique. Y todo esto por culpa, o gracias, a los idus de marzo.