Detrás de Jimenas se esconde Tania Pardo, diseñadora gallega de formación y de corazón. Estudió diseño de moda en Madrid. Sus padres residen cerca de Santiago de Compostela y sus abuelos son de Curtis. En la actualidad, Tania vive en Valencia. En marzo de 2021 montó su firma, después de haber trabajado en diferentes empresas en España, siendo la última Hoss Intropia, donde trabajaba como directora de diseño y calzado.
El nombre de la firma tiene una bonita historia detrás: “estuve un mes desesperada buscando un nombre para la marca, porque todos los que me gustaban ya estaban registrados o se parecían mucho a otros nombres de marcas de calzado. Una noche de desesperación mi marido Juan, que no trabaja en nada relacionado a esto, se lleva mucho mejor con el cálculo y con la organización, me dijo: “tú siempre me has dicho que si tuvieras una hija te encantaría llamarle Jimena, pues mientras no la tengas, la empresa va a ser cómo tu primer hijo. Además, debería de ser en plural, porque al ser calzado, viene de dos en dos”. Y así fue, el nombre realmente se lo puso él. Ahora, estoy embarazada de 24 semanas, y viene Jimena”, destaca Tania.
Decidió montar Jimenas porque en ese momento no le apetecía volver a la industria, le apetecía hacer un proyecto más personal: “me encontraba en ese momento en el qué pensaba si lanzarme a la piscina y emprender, o si seguir trabajando para terceros. Decidí lanzarme y la verdad es que no me arrepiento, es muy duro pero estoy muy contenta. He trabajado por cuenta ajena toda la vida, incluso estando en la carrera trabajaba, porque cuando no tienes padrinos, te los tienes que buscar. En mi caso, nadie se dedica a esto. Empecé haciendo prácticas desde el primer año de carrera, hice todas las prácticas habidas y por haber, en la mayoría de los casos no remuneradas. Yo lo que quería era conocer gente y que me conocieran, para tener una oportunidad cuando saliera. O tienes padrinos, o trabajas”, añade.
Además, da clase en la Universidad de Madrid todos los viernes de diseño de zapatos y bolsos: “a mis alumnos les insisto en que hagan prácticas todo el rato. Es la forma de hacer contactos y de darse a conocer. No es lo mismo que vayas a tocar a la puerta un tiempo después y que te conozcan. El haber trabajado en otros sitios a la hora de abrir Jimenas me ha ayudado muchísimo, porque contaba con una cartera de proveedores muy amplia, con algunos llevaba diez años trabajando. En mi caso, confiaron en el proyecto desde el primer momento y me ayudaron a sacarlo adelante”, afirma.
Cuando piensas en Jimenas, piensas en un proyecto artesanal. Tania considera que sus diseños son diferentes: “es una apuesta por un producto más contemporáneo, intentando acercar las cosas a cómo se hacían antes, al mundo de hoy. Actualmente todo va tan rápido... es todo de usar y tirar. Hay gente que tiene el armario lleno de ropa con la etiqueta puesta, por comprarla sin pensar. Se trata de volver a pensar las compras. Hemos pasado de la época de nuestros abuelos que tenían en el armario dos abrigos, dos vestidos, una falda y dos camisas, y con eso tiraban verano e invierno. Y se apañaban. A pasar a comprar armarios más grandes porque no nos entra la ropa que tenemos. Dejamos inutilizada una habitación, que llamamos vestidor, dónde metemos todo lo que vamos acumulando, porque no hay tiempo para ponerla. Jimenas es una vuelta al pasado, apostar por comprar productos de una calidad que sabes que te van a durar mucho tiempo, y que te identificas con la historia que hay detrás”.
Solo fabrica en España y para el año que viene tiene en manos un nuevo proyecto: buscar los mejores artesanos del mundo. Independientemente de dónde sean. “Está siendo complicado este nuevo proyecto. La marca es diseño español. Los cinturones, los hace una familia de cinturoneros aquí en Valencia, muy cerca de mi casa. Esa empresa antes era del abuelo, y ahora la llevan el hijo y el nieto. Con los zapatos pasa lo mismo, se fabrican todos en la zona de Elda, algo en la zona de Elche y en Petrer, todo en Alicante, los bolsos también. Se trata de buscar las mejores calidades”.
El proceso para realizar las colecciones sigue las siguientes fases: primero Tania realiza una búsqueda de inspiración, para crear un concepto que le encaje para la siguiente colección. Siempre trata de hacer productos atemporales y con continuidad: “yo lo que quiero es hacer un producto especial y diferente. A mi no me interesa que todo el mundo lo quiera, me interesa que lo quieran las personas que son afines a la marca. Tengo una comunidad muy fuerte y son mujeres muy interesantes. Siempre digo que si se conociesen entre ellas, se harían amigas. Le doy mucha carga de importancia al concepto, a la búsqueda de materiales, a la búsqueda de nuevas hormas, nuevas hebillas y nuevos tacones. Empiezo con la parte del concepto, una vez lo tengo, recibo las nuevas cartas de materiales y de colores y me pongo a diseñar la colección. Una vez diseñada, la distribuyo entre los diferentes artesanos que tengo y comienzan a elaborar los primeros prototipos. A partir de ahí, hacemos todos los ajustes que sean necesarios, y antes de mandar a hacer el segundo prototipo, se decide y se compra. Después escojo los diseños que se quedan y pasan al prototipo final. Cuando ya lo tenemos, hacemos las fotos del catálogo. Trabajamos con un año de antelación”.
El sueño de Tania se hizo realidad y muchas españolas cayeron rendidas a sus diseños: “se agotaron las existencias en una sola noche. Con una foto de Instagram más de 150 personas se apuntaron a la preventa del primer modelo. Fue increíble”.