En muchas casas la colocación del árbol de Navidad es una historia bastante reciente y que me trae grandes recuerdos que ahora se exteriorizan en muchos hogares con la llegada de papa Noel y los regalos que les trae a los niños para que disfruten de ellos en las épocas de asueto escolar. Llega este tiempo especial y diferente que es como un faro que nos estimula, que nos guía nuestro rumbo para seguir trabajando por los más necesitados. Esa luz que nos recuerda que tenemos que hacer posibles los derechos fundamentales de todas las personas y para velar por la justicia.
Quiero hace hincapié en que el árbol de Navidad de los políticos me aporta un sentimiento negativo y de un peligroso enfrentamiento institucional en el que se han cruzado muchas líneas rojas. Veo en las ramas de ese árbol colocadas bolas navideñas con grandes cargas de profundidad con las que se intenta dar un giro total al consenso alcanzado en nuestro país hace ahora algo más de cuatro décadas y que nos otorgó una Transición modélica.
La Navidad nos plantea que la Buena Noticia nos alerta que debemos abrir los ojos para mirar a nuestro alrededor, pero no de cualquier forma, sino con perspectiva y conciencia y con el mayor de los consensos entre los que ejercen sus funciones gubernamentales. La construcción de una sociedad nueva debe ser nuestra gran meta y propuesta para este tiempo navideño. Un objetivo que debe estar basado en la humanidad, como una gran familia que se cuestiona sobre la realidad de la injusticia que predomina en el mundo.
No podemos olvidar que vivimos un tiempo duro y difícil para muchísimas personas, familias enteras que ven día a día que la situación de desempleo, la falta de perspectivas y oportunidades derrumban sus expectativas de futuro.
Que el consenso de las últimas décadas vuelva a ser una realidad en estas épocas de tanta crispación institucional. Y que esa sea la mejor de las Buenas Noticias en este tiempo navideño.