El Gobierno está preparando un nuevo paquete de medidas para luchar contra la inflación que asegura hará público el próximo día 29. De momento, no se sabe mucho, pero se van filtrando algunas ideas y la mayoría se antojan ocurrencias. La mayor preocupación para los ciudadanos desde hace meses es la subida espectacular del precio de los alimentos y a pesar de la recaudación récord que las arcas del Estado están acumulando por el efecto de la inflación, la mayoría de las medidas que ponen encima de la mesa son a cargo de terceros. Lo hemos visto con las hipotecas, ya que es la banca la que cargará con las ayudas. También con los alquileres o las grandes superficies. Primero fue la cesta famosa de Díaz que cosechó un rotundo fracaso, después la obligación de bajar los precios de alimentos básicos bajo amenaza de no poder repartir dividendos y ahora parece que estarían dispuestos a rebajarles el recibo de la luz si bajan los precios.
La realidad que sufren todos los días los ciudadanos y más los que menos tienen es que la subida media de los alimentos no baja del 15% desde hace meses, mientras Hacienda sigue acumulando decenas de miles de millones de euros. Tampoco sabemos a estas alturas que pasará con el descuento de 20 céntimos en el precio de los carburantes. Lo que se ha filtrado es que podría seguir, pero de forma selectiva dejando fuera a grupos esenciales como los autónomos, los comerciales y los trabajadores en general que necesitan el automóvil o la furgoneta para trabajar. Veremos en qué queda, pero ya el sector de las gasolineras está alertando de que no se puede dejar la decisión para el último día, ya que podría causar desabastecimiento si todos quisiéramos, como es lógico, aprovechar el último descuento. Después también habrá que ver cómo se hace lo de discriminar a los usuarios en las propias gasolineras. En definitiva, se está dejando casi todo en manos de sectores ajenos al gobierno y para el final por lo que es lícito pensar que el gobierno se está guardando la recaudación con fines electoralistas y dejando, por tanto, de ayudar desde hace meses precisamente a las personas que dice defender y proteger. Ya lo ha hecho con la subida de las pensiones y parece que lo hará con un bono comida que huele a cartilla de racionamiento, lo que, por cierto, dijo Sánchez que acabaría pasando si gobernaba con Podemos.