La Ciudad Vieja quiere renovarse y los comerciantes tienen la fórmula: consolidar la celebración de un mercadillo mensual con alto criterio y dividido en cuatro áreas. Estas serían artesanía, antigüedades, flores y plantas y productos vintage, y, dentro de cada una, cinco o seis puestos de comerciantes que cuenten con un “nivel diferencial importante”. Desde la Asociación de Comerciantes de la Ciudad Vieja (Aceca) aseguran, sin embargo, que también podría celebrarse cada quince días, aunque todo dependería de la decisión de las órganos competentes.
El presidente de Aceca, Adolfo López, explica que ya se están solicitando reuniones con representantes de Turismo, Comercio y el Instituto Municipal Coruña Espectáculos (IMCE) para plantear la viabilidad de este rastrillo, el cual ha recibido “una buena respuesta, pero hay que estudiar el ámbito económico y presupuestario. Estamos a la espera y sabemos que estas cosas llevan tiempo”, indica.
El planteamiento sería sencillo. “Se abriría una inscripción para los comerciantes y, en función de la calidad, se elegiría a los participantes”, dice López. Al igual que con la Feira das Marabillas, no se tendría en cuenta la procedencia de los mismos, pero la intencionalidad turística de la iniciativa sería algo primordial. “Cualquier actividad que realizamos tiene una intención turística. Habría que buscar la fórmula para que el mercadillo estuviese abierto a horas determinadas, señalizar los recorridos, etc. Por ello es tan importante reunirnos con Turismo”, añade el presidente de los comerciantes de la Ciudad Vieja, quien también señala la intención de retomar en septiembre la celebración de la Feria de la Cerveza Artesana. “No pretendemos orientarlo hacia lo económico, solo queremos que venga gente a la zona”, explica.
Desde la asociación de comerciantes del casco histórico comentan también la necesidad de contar con un plan específico para las calles del barrio para poder ofrecer las mejores condiciones posibles a los comerciantes que se animen a abrir un negocio en la zona. “El hecho de que alguien venga y no tenga en buen estado las instalaciones eléctricas o cable de fibra, por ejemplo, además del mal estado de alguna calle, hace que sea imprescindible buscarle una solución”, afirma López, que menciona la calle del Rosario como una vía “que ha quedado preciosa”.