“¿Por qué se esconde detrás de sus ministros?”

La pregunta con la que titulo este comentario no se la hago yo al presidente del Gobierno; es la que le formulará la portavoz ‘popular’, Cuca Gamarra, en la sesión de control parlamentario este miércoles. Y tiene que ver, claro, con la pervivencia de la coalición, la ley del ‘sí es sí’ y con otros rifirrafes por venir, que parece que con lo de la semana anterior fue poco en esta pista circense que es la política nacional. Como si la pervivencia de la coalición o la permanencia de doña Irene Montero en el Gobierno fuese lo más importante para la salud democrática nacional en estos momentos en los que todo huele a elecciones. Y no: porque creo que, excepto el ruido y los abrazos en la gala de los premios Goya, la coalición ya está muerta y de ella solo podemos esperar un barullo insustancial que a ninguna parte lleva.
 

Los ministros de smoking y las ministras de traje largo que quieren parecerse cada día más a actores y actrices van a tener que arremangarse y ponerse a la faena de construir país. Nada recordaba en la gala de los Goya a aquellas severas admoniciones de no hace tantos meses en las que se nos amenazaba con castigos sin fin si no apagábamos las luces de los escaparates o lavábamos la ropa de madrugada. Y, sin embargo, el factor causante de todo los males sigue ahí, y la frágil memoria de los humanos empieza a olvidarlo: dentro de poco más de una semana se cumplirá un año de la guerra en Ucrania desatada por Putin, y también siguen ahí, se supone, aunque cada vez se diga menos, las consecuencias económicas y energéticas de la acción del Kremlin.
 

Y, sin embargo, estamos pasando el invierno como si no estuviésemos forzados en algún momento a adoptar una economía de guerra, como si lo más importante fuesen los perros de caza en la absurda ley de bienestar animal --escribo desde Guijuelo y he podido comprobar cuánto desdén provocan en el mundo rural estas tormentas parlamentarias-- o la pelea PSOE-Podemos por las enmiendas a la ley del ‘sí es sí’. O como si lo trascendental fuese una campaña electoral que, ahora sí, va a arrancar con el ímpetu que nos tememos.
 

Y, a todo esto, Sánchez, en plan galán de Hollywood, y algunas de sus ministras podemitas, tan elegantes en sus vestidos glamurosos, como si el volcán de la coalición no rugiese en los titulares de prensa: ellos saben bien que la coalición se sostiene como el Cid muerto en su caballo y, aun así, esperan ganar la batalla del futuro. Bueno, dice la leyenda que Rodrigo Díaz de Vivar, o su cadáver a lomos de un caballo galopante, al menos sí ganó aquella escaramuza seguido por sus ministros, digo sus guerreros, que más bien se escondían a su sombra de actor que lo contrario, pese a la pregunta de la señora Gamarra.

“¿Por qué se esconde detrás de sus ministros?”

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