Política y salud

Con airadas referencias a la politización de la convocatoria se defiende el gobierno regional de Madrid de la multitudinaria manifestación del domingo en favor de la sanidad pública. Y uno piensa que, por desgracia, es la política lo que se echa en falta en la constatación de que hemos dado pasos atrás en este pilar del Estado del bienestar.
 

La política es una herramienta para resolver los problemas de la gente. Y es evidente que las marchas que colapsaron el centro de la capital de España no pretendían sino reclamar de los responsables políticos la solución de problemas tan reales y tan constatados como los bajos sueldos de los médicos, las consultas masificadas, las insoportables listas de espera, el deterioro de los servicios de atención primaria, la falta de recursos humanos y materiales, las guardias mal pagadas, etc.
 

Por tanto, nada tiene de raro que el personal sanitario, y en este caso los convocantes de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública, exijan soluciones. Pero a los equipos de Díaz Ayuso no se les ha ocurrido otra respuesta que procesar las “politizadas” intenciones de los convocantes y reducir el problema -real y verificado- a una conjura de la izquierda para destripar el carisma de la presidenta.
Mal planteamiento. En ninguna cabeza cabe la sospecha de que las 250.000 personas concentradas en Cibeles (sanitarios y ciudadanos que apoyan su causa) sean guiñoles de una izquierda perversa y obsesionada por frenar al PP a escala autonómica y a escala nacional.
 

Claro que Moncloa y la izquierda en general han hecho presa con el tema de la sanidad pública en los territorios gobernados por el PP. Y no la van a soltar así como así, Lo cual no quiere decir que sea Moncloa, o el PSOE, o Podemos, o Más Madrid, sean quienes inspiren, impulsen o convoquen las protestas. No hace falta. El caso es que celebran la iniciativa de los médicos o las organizaciones de la sociedad, a sabiendas de que su malestar corporativo es verdadero.
 

Verdadero es también el discurso obsequioso del PP respecto al papel de la sanidad privada, por razones ideológicas que afectan a la libertad de empresa o la radical libertad del individuo para elegir cómo afrontar sus problemas de salud. Por razones ideológicas otros creemos que el Estado no debe favorecer a la sanidad privada más allá de los inevitables conciertos para llegar a donde no llega la pública.
 

Nada malo es el emprendimiento en material de salud con cargo al usuario. Siempre que su fuente de ingresos no sea la consecuencia de la baja calidad o el mal funcionamiento de la sanidad pública. El derecho a la salud debe ser aplicado en un modelo público, universal, gratuito y de la mejor calidad. El usuario que además quiera que le abaniquen con música de fondo, que se lo pague, porque le da la gana, no porque le falló la pública.

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